Una confesión
Sí. Lo reconozco. Estoy obsesionada. No sé cuándo empezó esto que me perturba y que me impide entrar en el Facebook sin ponerme los pelos de punta. No sé si fue antes de empezar la universidad o después. Allá donde voy, no dejo de fijarme en carteles, anuncios, vallas publicitarias o escaparates. Creo que incluso tengo problemas de comprensión de textos, ya que no puedo dejar de fijarme en la forma y no en el fondo, en el contenido. Sí. Mi obsesión es la ortografía y los signos de puntuación. Las comas me traen por la calle de la amargura, pero lo que de verdad no puedo soportar es el corrector del Word. Todos podemos cometer erratas (y errores, por qué no decirlo) en nuestros escritos y todos somos humanos y podemos tener dudas. Yo la primera. Por eso, en mi escritorio hay un acceso directo a la página del Diccionario de la Real Academia Española y al Diccionario panhispánico de dudas (DPD). Sigue leyendo «Una confesión»