Imagen, acepción primera (RAE): «Figura, representación, semejanza y apariencia de algo». Hoy quiero dedicar esta entrada a las empresas (públicas y privadas) que no velan por mantener su imagen, lo que representan, su apariencia, o en términos de marketing, su marca, como diría mi amiga María Zaragoza, en los textos de sus webs, en sus informes, folletos, revistas o en los libros de fiestas. Porque una mala ortografía garantiza de manera instantánea una mala imagen.
¿No os ha pasado nunca? ¿No habéis leído nunca un libro de fiestas y os habéis asustado con la gran cantidad de errores —que no erratas— ortográficos que había en ellos? ¿No habéis sentido dolor de barriga al leer en algún medio de comunicación una palabra mal escrita? ¿No habéis gritado nunca al ver en un cartel de una tienda una falta? Yo sí. Me podréis llamar obsesiva y tendréis razón, pero no lo puedo evitar y hoy me apetece hablar de ello.
Pongo ejemplos. El otro día estaba navegando por webs de carpinterías de la zona. Una de ellas tenía un pequeño texto sobre la historia de la empresa en su página de inicio. En apenas 15 líneas, había seis faltas que inmediatamente me provocaron tres cosas: la primera, pena; la segunda, desconfianza; la tercera, cerrar la página y olvidarme directamente del producto que me ofrecía. Algo parecido me ocurre con frecuencia con los medios de comunicación. Sin ir más lejos, hoy mismo he leído en un periódico digital una información cuyo autor tenía problemas con la h. También me ha provocado tres cosas: la primera, pena (y una cierta vergüenza ajena, lo admito); la segunda, poca credibilidad; la tercera, cerrar la página y olvidarme directamente de sus contenidos… para siempre. Me podréis llamar radical y tendréis razón, pero no lo puedo evitar y hoy me apetece sacar el tema.
Muchas empresas y organismos públicos ignoran la mala imagen que pueden llegar a transmitir en la manera de redactar sus informaciones, en sus webs, cartelería, periódicos, boletines, folletos, redes sociales… en definitiva, en todo aquello que, de alguna manera, sirve para darles publicidad, credibilidad y la confianza de sus clientes, lectores o ciudadanos. Muchas veces es, tristemente, por ignorancia, y otras, por dejadez. Pero en ambos casos los interesados pueden pedir otros puntos de vista y, ante las limitaciones y dudas, solicitar ayuda a amigos, conocidos, familiares o, incluso, a empresas de asesoría lingüística… En resumen, a quien se le dé un poco mejor esto de la ortografía porque, si sus clientes son como yo, se están jugando el pan de cada día.
Me parece perfecto que lo compartas. ¡Gracias por tu comentario y me apunto tu blog!
¡Totalmente de acuerdo contigo! Las faltas de ortografía dan una mala imagen del que las comete, sea una empresa o un profesional. Ahuyentan a clientes y empleadores y manifiestan, como comentas, dejadez o ignorancia. «Si esto lo hace así, ¿cómo voy a confiar en que me represente o me venda?». Nos gusta tu post y nos gustaría compartirlo en nuestras redes sociales: Facebook, Twitter y Pinterest. Éste es un sector donde la informalidad de ciertas redes se confunde con otras cosas. ¿Te parece bien? ¡Saludos!