Los museos siempre son y han sido un buen recurso que los docentes han sabido aprovechar. Hoy quiero dedicar un artículo a estos espacios donde se combinan saber, historia y didáctica. Pero me centraré en un museo concreto, el que ha sido galardonado con el «Premio Museo del Año» por el Foro Europeo de Museos: el Museo de Madinat al-Zahra, en Córdoba, el cual tuve la oportunidad de visitar hace unas semanas.
Uno de los principales objetivos de los museos es la conservación, la difusión y la investigación y en el de Medina Azahara el visitante es testigo directo de esta labor, ya que, además de contar con un área cultural, con una exposición permanente sobre la historia de la ciudad califal, una biblioteca especializada en el mundo islámico, una sala audiovisual, un aula didáctica para escolares y otras para hacer seminarios, el área de conservación e investigación también está presente. El visitante puede, así, observar cómo se trabaja en los talleres de restauración, o puede conocer cómo son los almacenes donde se guardan los materiales arqueológicos del yacimiento. Este no es un museo estático, inactivo, sino todo lo contrario, está vivo, lleno de actividad. Precisamente, lo que más me llamó la atención fue esta característica de abrir a los ojos del público el gran trabajo que se está realizando aún en el yacimiento desde las mismas entrañas del museo.
A esto, hay que sumar la visita al propio yacimiento, lo que convierte el recorrido en toda un experiencia, completísima, desde todos los aspectos, y en la que la documentación y el aprendizaje están más que garantizados. Y, además, la experiencia es gratuita. Ser innovador y democratizar el acceso a la cultura fueron dos de los criterios por los que esta institución se ha convertido en el mejor museo europeo. Sus instalaciones (fascinantes también desde el punto de vista arquitectónico), unidas a su esencia didáctica, hacen de este un lugar de visita inevitable si vais a Córdoba.