Sagunt a Escena se despide este año con el estreno de la obra Los cuernos de don Friolera, del Centro Teatral de la Generalitat y dirigida por José Sancho. Este fin de semana el Teatro Romano de Sagunto ha acogido esta representación que ha llenado las cáveas de este recinto. Desde hace ya unos años, Sagunt a Escena se ha convertido en un evento que no falta en mi agenda estival. El casco antiguo de esta ciudad, sus animadas calles y las posibilidades que ofrece el Teatro Romano le confieren ese encanto especial al festival.
El viernes asistimos al estreno de esta obra, formada por un numeroso grupo de actores valencianos y protagonizada también por José Sancho. Esta adaptación, con una escenografía pensada para escenarios sin telón y centrada en dos escaleras móviles que transformaban completamente la escena, es fiel a la obra original de Ramón del Valle-Inclán, el principal exponente del esperpento, quien la incluyó en su trilogía Martes de Carnaval. De hecho, Sancho mantiene no solo cada una de las escenas, sino el prólogo y epílogo de la obra original, con el diálogo entre don Estrafalario y don Manolito.
José Sancho es el teniente don Friolera. Felizmente casado con Loreta, un anónimo le advierte de la infidelidad de su mujer y decide limpiar su honra (acción legítima en el ambiente militar de la época) y matar a los amantes, con tan mala suerte que, por error, mata a su hija Manolita. Precisamente, lo esperpéntico, lo grotesco, se encuentra aquí no solo en el hecho de que para lavar el honor se deba cometer un asesinato que está bien visto por la sociedad, sino también porque el amante es el antiprototipo del galán romántico.
Lo interesante de la adaptación de Sancho es que mantiene a los personajes en su contexto histórico y respeta el lenguaje y guiños a la época de Valle-Inclán (aparece el conflicto con Marruecos y se nombra a Echegaray, personaje de la España de finales del XIX ). De hecho, este argumento sería muy difícil de digerir en la actualidad, por lo que una adaptación para un público del siglo XXI sería francamente inviable. No obstante, enmarcándola en su época y dentro de este género, la obra es dramática, con pinceladas de comedia, caricatura y sátira, sobre todo en los personajes de Pachequín, el propio Friolera y la vecina fisgona doña Tadea. Sin embargo, Sancho incorpora a su representación un elemento moderno: la proyección de un vídeo sustituye al romance del texto original y narra el después de don Friolera que, irónicamente, comete el doble crimen y prospera en el rango militar. La música se convierte en el colofón de la obra: una habanera cantada por todos los actores recuerda la venganza del teniente Friolera.