ARTÍCULOS Y RESEÑAS · Didáctica · Lengua

El punto débil de algunos profesores

Lo siento, pero tenía que decirlo. Queridos profesores, maestros, redactores de libros de texto de universidades e institutos: ¿Cómo vais a enseñar Historia o cualquier otra materia si no sabéis expresaros de manera escrita? ¿Cómo pretendéis que vuestros alumnos/as aprendan con oraciones extremadamente largas e ininteligibles? ¿Cómo creéis que van a entender vuestros alumnos/as lo que explicáis, si encima cometéis faltas de ortografía?

A las pruebas me remito y si no, comprobadlo vosotros mismos en esta imagen de una página de un libro de Sociología de la universidad. Solo en este pequeño fragmento encontramos unos cuantos párrafos a los que les faltan los signos de puntuación y hay alguna que otra incorrección gramatical fácil de detectar. En primer lugar, hay un queísmo en la primera oración, ya que se trata de una subordinada sustantiva que requiere de la preposición de. Hay también errores de concordancia entre sujeto y predicado y, seguramente, si lo analizamos en profundidad, encontremos otros. Tampoco quiero explayarme demasiado, ya que podéis juzgarlo vosotros mismos. Lo triste es que esto no es un caso aislado:

Lo siento, pero me parece inconcebible que un profesor de universidad (de alguna materia alejada o no tan alejada de las letras y para colmo, autor de libros académicos) no sepa expresarse con claridad. Me parece un crimen. Incluyo en este grupo también a los maestros de escuela y a los profesores de instituto (sin generalizar, es evidente), porque, ¡sí, señores!, maestros y profesores cometen no solo errores de expresión, sino faltas de ortografía y esto sí me parece alarmante. No voy a decir dónde ni cuándo, pero en varias diapositivas de una profesora de universidad encontré tildes donde no tocaba, comas separando sujeto de predicado o expresiones incorrectas como en base a, entre otros:

Tampoco voy a entrar en las atrocidades que se leen por el Facebook. Me ha sorprendido más de una vez el vocabulario (también en valenciano) que utiliza gente que se dedica a la docencia. Imaginaré que quienes escriben de estas maneras (yo también lo hago, lo reconozco) es por culpa de las prisas de escribir en este medio y de intentar trasladar el coloquialismo de la conversación oral a la escrita…

¿Qué está fallando para que los maestros y profesores que enseñarán a nuestros hijos no sepan escribir correctamente? ¿No se supone que están preparados para que sus alumnos aprendan de ellos? Me da igual que un profesor enseñe Matemáticas a la perfección, si cuando escribe en la pizarra, lo hace mal. Entiendo que cada uno debe saber de su especialidad, pero ¿no es de lógica que a un profesor de estos niveles se le exija que sepa escribir correctamente y expresarse con concisión? ¿Son ellos los culpables de que lleguemos a la universidad, tengamos varias carreras o másteres y sigamos sin saber escribir? ¿O quizás en esto también tenga que ver el currículo de Lengua y Literatura Castellana? Me asaltan muchas preguntas ahora mismo. He estado en todas las posiciones. He sido alumna, compañera y ahora profesora (de prácticas y de clases particulares), con lo que lo he vivido desde todas las perspectivas y he visto cómo alumnos, compañeros y profesores le restan importancia al hecho de cometer faltas y saber escribir con corrección.

Otra cuestión que me parece fatal. ¿Por qué los profesores de materias alejadas de la Lengua no tienen en cuenta las faltas de ortografía y expresión en los trabajos y exámenes de sus alumnos? Yo no podría dormir tranquila si un alumno me hace un comentario sobre un texto histórico plagado de faltas o me cuenta la fotosíntesis con una expresión ínfima.

Como digo, no se puede generalizar. Hay profesores y maestros excelentes en todas las materias y que saben escribir. También hay muchos ámbitos, además del académico, donde nos podemos encontrar con la misma historia, por ejemplo, en el periodístico. Pero creo que a este último ya se le da bastante caña. Al final, cada uno le da la importancia que quiere a las cosas. Para mí, el docente, el mentor, es el que debe dar ejemplo.

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