El País Semanal publica hoy un interesante reportaje titulado La era del copiar y pegar (escrito por John Carlin). Su análisis se centra en el plagio en el mundo del periodismo y, entre otros, habla de casos reales, como el de un periodista de The New Yorker. El gran poder de Internet hace que podamos hoy tener a nuestro alcance informaciones de cualquier tema, de manera fácil y rápida.
Al margen del periodismo, en el ámbito académico el copiar y pegar es, como bien sabemos, la manera más habitual que tienen nuestros alumnos de realizar trabajos. La Wikipedia y otras páginas de dudosa fiabilidad, como el Rincón del Vago, se convierten en páginas de referencia obligada en sus trabajos escritos. Aquí me viene una pregunta a la cabeza. ¿Quién tiene la culpa? Ellos, no. Quizás la tenga Google porque estas páginas aparecen siempre en los primeros resultados de búsqueda, y los chavales, intuitivos y espabilados en las redes, pinchan en ellos sin dudarlo. Pero, ironía aparte, la solución la tiene el profesor. Precisamente, hace unos días, una de mis profesoras me comentaba en clase la dificultad que existe para que los alumnos dejen de utilizar de un día para otro estas páginas. Y es verdad. Por eso, la solución no es prohibir, sino enseñar a manejar mejor las herramientas TIC y despertarles la reflexión y, sobre todo, impulsar su desarrollo cognitivo, es decir, su habilidad de pensar y relacionar ideas, a través del cotejo y la investigación.

Los estudiantes deben saber qué referencias bibliográficas son rigurosas, cuáles sirven para una simple consulta y cuáles son susceptibles de utilizarse en un trabajo escrito. Pero esto debe trabajarse día a día, en todas las materias y desde el instituto. Porque, de lo contrario, llegarán a la universidad sin tener ni idea de cómo buscar la información para un trabajo escrito y lo que es más importante: no sabrán citar. En la diferencia entre saber citar o no saber, está el plagio. Se pueden utilizar opiniones de otros autores, siempre y cuando se diga que tienen dueño, siempre y cuando se nombre al autor.
Por otro lado, en el aula de secundaria también pueden realizarse actividades puntuales para incentivar el buen hacer en trabajos escritos. Para mí, en la actualidad, hay una herramienta muy útil para que los alumnos tomen conciencia de la importancia de utilizar recursos web fiables, rigurosos y para que aprendan a procesar y difundir las informaciones de sus trabajos. Me refiero a las webquest. Podemos encontrar en la red multitud de artículos que hablan sobre las webquest. El de Isabel Pérez es uno de los más completos. Esta actividad, que integra el uso de las nuevas tecnologías en el aula, enseña a los alumnos a que traduzcan esa información recibida de la web, es decir, a que no la copien y peguen, sino a que la discutan, analicen, resuman o expliquen. En definitiva, les enseña a pensar.
Citando al autor del reportaje de El País Semanal, John Carlin, si «el periodismo en la era de Internet es una jungla darwiniana en la que solo los buenos sobrevivirán», en el ámbito educativo solo los que sean capaces de relacionar ideas, ser críticos o resolver problemas, sobrevivirán.