Últimamente estoy aprendiendo sobre una disciplina lingüística que no había despertado en mí el mismo interés que la Sintaxis. Hasta ahora. Seguro que os suenan estas palabras: significante y significado. La ciencia que estudia estos elementos es la Semántica, que analiza, para simplificar, la significación de los signos lingüísticos. Es decir, trata el sentido de las palabras o expresiones. Concretamente, quiero insistir en los cambios de sentido y la formación de nuevas palabras o expresiones que experimenta un idioma, lo que, según el primer ensayista que trató esta disciplina en lengua española, Félix Restrepo, es el movimiento semántico. Para este autor, las palabras tienen alma: su significación, las ideas a ellas vinculadas.
Ese movimiento que se da en el sentido de las palabras y expresiones de un idioma viene determinado por diversos factores. Esta entrada trata sobre uno de ellos: la psicología. Nuestro estado de ánimo, lo que sentimos y percibimos a través de los cinco sentidos, provoca la creación de expresiones como estas: concierto brillante, amarillo chillón, hacer daño a la vista, comer a besos, dulce armonía, palabras duras, cálido resplandor, aroma picante… Las usamos con frecuencia, quizá sin darnos cuenta de que intercambiamos las cualidades propias de los sentidos. Para entenderlo mejor, un concierto se escucha, sin embargo, es brillante (sentido de la vista). El amarillo es un color (vista) chillón (oído). El daño se percibe por el tacto, pero también se puede dañar a la vista. Se come por el gusto, pero también a besos (tacto). Una armonía se escucha, pero puede ser dulce (sentido del gusto). Las palabras (oído) pueden ser duras, blandas o suaves (tacto) o incluso dulces, agrias o ácidas (gusto). El resplandor se ve, pero el calor lo sentimos por el tacto. El aroma lo percibimos por el olfato, pero puede ser picante (gusto).
El uso de este tipo de expresiones está ya tan normalizado que utilizamos algunos adjetivos procedentes, originariamente, de un sentido, para todos los demás. Por ejemplo: rico, delicioso, espantoso, horrible, magnífico, suave, duro, precioso… Rico puede ser desde un plato (gusto) hasta un bebé (vista). Y horrible puede ser una escena (vista) o un estruendo (oído). Son, en definitiva, cualidades multisensoriales. Porque, como señala Restrepo, «la vida no está dividida en cinco fuentes pertenecientes a los cinco sentidos. Es más bien un río, en que las aguas de las cinco fuentes vienen mezcladas e inseparables». Y la lengua es, sin duda, la corriente de ese río, el instrumento de comunicación mediante el cual hacemos explícitas esas sensaciones.