Se acaba el verano y nos damos de bruces con la vuelta al trabajo, la rutina diaria, los despertadores puestos y la vuelta al cole que este año, además, ha sido más pronto de lo habitual. Hoy vuelven a las clases los alumnos de todos los ciclos escolares, desde infantil hasta bachillerato y seguro que más de uno habrá oído de buena mañana eso de: ¡Mami, papi, no quiero ir al cole! Así. Con ese lenguaje tan cariñoso y tierno que algunos padres han decidido quedarse a sus hijos unos días más en casa… (ironía modo on). Las palabras que conforman ese lenguaje tan peculiar reciben un nombre: son los hipocorísticos.

Si atendemos a la definición de hipocorístico en el DRAE, es un «nombre que, en forma diminutiva, abreviada o infantil, se usa como designación cariñosa, familiar o eufemística». La palabra, procedente del griego ὑποκοριστικός, significa acariciador.
Así, nos encontramos con los hipocorísticos mami o papi, tan habituales en el lenguaje de los más pequeños. Pero también: chuli (¡Qué chuli!), seño, peque, profe, bibe, chupe, compi, cole… Son hipocorísticos (para algunos autores son solo palabras truncadas) con una evidente carga emocional y afectiva, tan empleados en el lenguaje infantil y en el entorno familiar.
Sin embargo, son más habituales los hipocorísticos referidos a nombres propios, como Francisco (Fran, Curro, Paco, Francis, Pancho o Kiko) o José o Jose (Josele, Pepe).

De hecho, en español hay multitud de hipocorísticos referentes a nombres propios que se forman a través del acortamiento. El acortamiento es uno de los procedimientos que existen en nuestra lengua para la creación de palabras nuevas. Hay tres tipos de acortamiento. Aquí van ejemplos de hipocorísticos creados por los tres tipos de acortamiento para que lo entendáis mejor:
Mediante apócope: Mari (María), Salva (Salvador), Eli (Elisa), Migue (Miguel), Guille (Guillermo), Marga (Margarita), Tere (Teresa), Rober (Roberto), Álex (Alejandro), Inma (Inmaculada). Como veis, desaparece la parte final de la palabra.
Por aféresis: Toni (Antonio), Nando (Fernando), Nacho (Ignacio), Quique (Enrique), Chelo (Consuelo). Aquí ocurre lo contrario: desaparece la parte inicial de la palabra.
Por síncopa: Manel (Manuel), Charo (Sagrario), Alejo (Alejandro). En este caso, menos frecuente, desaparecen las sílabas centrales.
Algunas veces se combinan dos tipos de acortamiento (Macu>Inmaculada) y en otros casos se produce un cambio fonético que facilita la pronunciación de la palabra (Álex>Alejandro). También es habitual que terminen con la vocal -i (Conchi, Loli, Lauri, Rosi) o que haya un cambio de i latina a y griega (Vicky>Victoria; Fany>Estefanía).
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