Sí, ya es Navidad. En mi casa lo es desde hace unos días. Desde que he sucumbido a escribir tarjetas navideñas al ritmo del White Christmas de Michael Buble, bajo las luces de mi árbol nevado con figuritas de fieltro. Pero en el mundo (el real y el virtual) lo es desde hace semanas. Las tiendas venden turrones desde Halloween; Justino nos recuerda todos los días los valores de la generosidad y el compañerismo; Youtube muestra la soledad y exalta a la familia; y el Black Friday y el Cyber Monday anticipan el consumismo de estas fechas. En esto de la Navidad, ya se sabe que hay para todos los gustos. Muchos la odian, a algunos les encanta y a otros, depende del año. Pero si hay un aspecto de la Navidad del que no escapan ni unos ni otros es el de la comida. Ya se encargan de enseñarnos en la televisión anuncios de mesas puestas que evocan la navidad perfecta.
Cenas de empresa, Nochebuena, Navidad, Segundo día de Navidad (y hasta tercero, si tienes mucha familia), Nochevieja, Año Nuevo, Roscón, Día de Reyes… y ya no más, que me estoy agobiando. Por eso, hoy le dedico esta entrada a expresiones relacionadas con la comida y la cocina, ese lugar del que no vamos a salir en estas fiestas.
Empiezo con las expresiones relacionadas con el estado de lo cocinado. Si le echamos mucho aceite, lo freímos. Quedarse frito es «quedarse dormido» y dejar a alguien frito es «matarlo». Estar frito significa en América «estar en una situación difícil». Si lo metemos en la olla, ir cocido hace referencia a «ir con unas copas de más», aunque la RAE no recoge esta definición, sino la de «estar muy experimentado». ¿Diríase que, quien está cocido, está muy experimentado en alcoholes con graduación mayor de cinco grados?
Cuidado con no dejar nada al fuego mientras envolvemos los regalos, porque nos quedamos sin cena. ¿Quién no está quemado por algo? A veces, estamos tan hartos y cansados de una situación que nos sentimos desbordados y tan irritables que echamos chispas. Estamos quemados. Existe hasta un síndrome con este nombre: El síndrome de burnt out o del quemado, que hace referencia al estrés en el trabajo.
Si lo dejamos mucho tiempo a fuego lento puede que nos quede espeso. Si tenemos que hacer el discurso de navidad en la cena de empresa (a sabiendas de que vamos a vocalizar poco) siempre podemos decir: «Lo siento, hoy estoy espeso».
En cuanto a expresiones con alimentos, encontramos una larga y variada lista: estar hasta el nabo, estar como un queso, estar de toma pan y moja, quedarse sopa, cortar el bacalao, dar calabazas, dar las uvas, estar de mala leche, ser un chorizo (esta es conocida de sobras), ponerse como un tomate, estar hecho un fideo, pillar a alguien con las manos en la masa, meterse en harina, ser la pera, ser la media naranja, ser un yogurín, darle morcilla a alguien, no comerse una rosca, ser alguien salado, avinagrado, dulce o picante, pasársele el arroz a alguien, poner a alguien a caldo o estar en su salsa, entre muchas otras.
Los utensilios de cocina también están presentes en las frases hechas de nuestro idioma: írsele la olla a alguien, comer la olla, coger la sartén por el mango, meter cucharada, pagar los platos rotos, tirarse los platos a la cabeza…
En fin… Aunque algunos estén hasta el nabo de la Navidad, para cuando les den las uvas ya estarán más que cocidos. Si al día siguiente se levantan de mala leche, no será por la resaca, sino por la comida de Año Nuevo. Ese aperitivo de foie, esas gambas, ese redondo de ternera, ese jamoncito, esos polvorones no les harán, precisamente, estar como un fideo. Y entonces escucharán aquello de “propósitos para el 2016”: ir al gimnasio para estar de toma pan y moja.